Me mudo a metroflog!

Siento que en 'Blogspot' no se hace tan conocida la novela como en 'metroFLOG' he leido varias ahi, y realmente las leen, aqui simplemente no me agrada la idea.



Ahi estare suebiendola, atrasada lo se, pero me doy mas tiempo de pensar mejor la trama. Ademas, le quitare eso de estar poniendo 'Fechas' porque no creo que me alcanze a subir un solo dia por foto.

Gracias por comprender

-Valerie Lorette

Día 5


6 de Junio de 2006

Aunque dije que no me expondría yo misma, tenía que ir a hablar con Joseph, quería saber un poco más de la situación, seguía sin entender por qué tanto relajo por un ¿Engaño?, debía haber algo más detrás de eso.

Ya me había decidido, iba a buscar a Joseph que el día anterior nunca se apareció.

Me levanté “temprano”, me arreglé con mis jeans relavados y raspados de la rodilla, una blusa blanca con dibujitos negros, cepillé mi cabello y me salí para hacer mi búsqueda; buscaba a Joseph.

Salí casi a urtadillas porque si mi hermano me veía salir, me diría que me quede guardada en mi cueva otra vez, ¿Pretendía que me quedara dos mesesotes atada a mi habitación de hotel?, que bobería.

–¿A dónde vas? – Dí un salto del susto que esa preguntá me causó, pero, ¿Será él?, esa voz es inolvidable.

–Joseph, me asustaste. Estaba por irte a buscar, pero veo que me ahorraste el trabajo– Ahí estaba el, recargado en la pared con los brazos cruzados, que sensual imágen.

–¿Buscarme para qué? –Levantó una ceja.

–Busco explicaciones.

–Eso supuse– Se despegó de la pared bajando los brazos a sus costados y caminando hacia mí, me tomó del brazo e hizo que nos sentaramos en una de las bancas del “balcón” donde estaba mi habitación. –Adelante, pregúntamelo.

Y justo cuando estaba por abrir la boca, era como si todo pasara en cámara lenta, escuché unas llaves sonar, la perilla de la puerta del cuarto de Dylan estaba tintineando, era obvio que él estaba por salir y no quería que me viera sentada ahí con Joseph, o lo mata, o me mata a mí por estar con un “chico a solas”. Sobreprotector, ¿Lo mencioné antes?.

–Demonios, ven. Entra aquí– Le dije jalándolo del brazo, quién sabe como le hice pero abrí la puerta de mi cuarto en un abrir y cerrar de ojos. Casi salimos disparados al correr de la banquita a mi habitación. Por fortuna logré encerrarnos antes de que Dylan apareciera afuera. –Shh–Continué mientras paraba mi dedo índice en la boca y ponía mi oído sobre la puerta para asegurarme de lo que pasaba afuera. –Creo que se fué– Dije en voz baja.

Apenas iba a despegarme de la puerta cuando mi oído retumbó y no pude evitar soltar un pequeño grito, Dylan había tocado la puerta.

–¿Qué sucede ahí adentro? –Dijo mi hermano con desesperación. –¿Por qué gritas?, ¡Habreme la puerta!.

–¿Y ahora qué hacemos? –Dije con una mano en la cabeza dando a entender mi preocupación. –¡Ya sé, escóndete en el baño! – Le daba leves empujoncitos hacia la puerta del baño.

–Pero...

–¡Ándale! –Lo apresuré.

–¿Qué sucede ahí adentro?, ¡Rachel ábreme en este mismo instante! – Dylan estaba ¿Molesto?.

–No abras ni hagas ruido hasta que yo venga– Y cerré la puerta del baño sin hacer mucho ruido y corrí hasta la puerta “principal”. –¡Ya voy, cálmate! –Dylan nunca dejó de golpetear la puerta para que la abriera.

Le abrí.

–¿Qué sucedía eh? –Preguntó asomandose tras mi hombro para serciorarse de la situación.

–Nada, ¿Por qué debería estar pasando algo? – Respondí segura.

–¿Por qué gritabas?, ¿Por qué tardaste?, ¿Estabas con alguien? –Que horror.

–De una por una– Reí. –Porque, veía una película y cuando golpeaste la puerta me asusté–Levantaba un dedo de la mano cada que respondía una pregunta. –Porque... estaba en pijama– Tartamudeé al no saber que responder. –Y no, estaba sola. No me dejas ni hablar con la mucama.

–No te creo hermanita, ¿Desde cuándo te cambias para abrir la puerta? – Me atrapó.

–Pues yo... yo... solo... esque pensé que era alguien más, ya sabes trabajadores del hotel, alguien que venía a dejarme algún recado, cosas así. ¿Querías que le abriera la puerta a un extraño con mi pijama?, vamos Dylan la has visto, ¿No son provocadoras? –Lo estaba retando.

–Si hermanita–Me dió un “sape”. –Pero sabías perfectamente que era yo cuando grité, ¿Ya no reconoces mi voz? –Valla que era astuto.

–Eres un odioso, ya te dije, la tele estaba prendida y cuando tocaron lo primero que hice fué quitarme mis shorts y ponerme estos jeans, después de escucharte, ya era tarde ya comanzaba a cambiarme de ropa– Oh, pero valla que los dos somos rápidos.

Dylan me miró con recelo pero creo que al fín lo convencí de mis mentiritas.

–Como sea, en fín, vengo a avisarte que iré al cine con unos amigos– ¿Cine?, Sí claro –No quiero que te metas en problemas, no me tendrás aquí para protegerte– Pero tengo a Joseph, pensé.

–Oh valla, como si te necesitara.

–Me necesitas, creeme. –Dijo en tono creido y arrogante.

Le hice gestos, y como de costumbre, el me siguió la corriente.

–Que infantil eres, bueno ¿Eso era todo?, sabes que puedo cuidarme.

–Así es niña, ya me voy. Estas advertida–Se fué.

No dejé de verlo hasta que dió vuelta por ese pasillo rumbo a las escaleras del hotel, y se marchó.

–Lo siento, si mi hermano te hubiera visto te juro que nos arranca la cabeza, y la pone junto a nuestros cuerpos para que veamos como sufrimos– Le dije mientras lo sacaba del baño, es bochornoso.

–Da igual, si fueras mi hermana menor te cuidaría igual o peor.

–¿Ah? – Cuestioné desentendida.

–Rachel por favor, no me vas a decir que ningún tipo se ha querido sobrepasar contigo. ¿Oh si? – Que razón tenía, hacía unos cuantos meses un hombre trató de manosearme en la fiesta de dieciséis años de mi prima Lissa

Nunca me ví a mi misma bonita, atractiva, linda ni mucho menos. Y en la fiesta de Lissa no fué la primera vez, tal vez Dylan y Joseph tendrían razón, solo quieren cuidarme.

–No estamos hablando de eso. – Lo evadí.

–Entonces es cierto, lo hicieron. – Dijo con asombro acercándose a mí y agarrándome de los hombros. –¿Nunca han llegado lejos verdad?.

–No, Joseph no...¿Podríamos hablar de lo demás? –Me puse nerviosa, sentí que él tenía todas las intenciones de maldecir a alguien, a ese quien se halla pasado conmigo. Que lindo gesto.

–Sí, claro. Lo siento– Me soltó. –Sentémonos–Hizo ademanes para que los dos nos sentaramos en mi cama.

–Bien, Joseph sé que hay algo más, algo detrás de todo lo que me dijiste de James y su prometida, un hombre jamás se aferra a una mujer así, ya debió aparecer otra en su vida. ¿No puede solo olvidarlo?

–¿Cómo, no crees que un hombre se puede enamorar de una sola mujer sin voltear a ver a otra con deseo? –Me interrumpió.

–No es que no lo crea, es solo que no es naturaleza del sexo masculino enamorarse profundamente– Bajé la mirada, me daba penita decir todo eso pero era la verdad, en las películas todo termina en felicidad, en las novelas, siempre terminan juntos los protagonistas, y en la vida muchos matrimonios terminan siendo felices por el resto de la eternidad, pero todo tenía sus cosas malas, si un hombre se enamora es porque ya había estado con cientos de mujeres antes. Mi hermano por ejemplo, aveces creo que el nunca encontrará el amor verdadero. Pero mejor dejo eso aparte.

–Eso no es cierto, habemos personas que nos enamoramos hasta el final–Levanté la mirada con asombro.

–¿Ya te haz enamorado antes?. –Abrí los ojos lo más que pude.

–No en realidad, pero sé que cuando ese alguien llegue, la amaré a morir–Aww, eso fue super lindo, y más si viene de parte de un hombre, ellos siempre salen con su frase de “Soy mucho cabrón para una sola vieja”, eso me dió a entender que la frase de Joseph sería algo como “Soy mucho hombre, como para engañar a mi enamorada” y eso era bueno...creo.

–Pues ya somos dos.

–Bueno, como te decía, no quería decirte esto porque sé que te vas a asustar pero, dos días después de que James descubrió todo, Tyara, su prometida apareció muerta, lo vimos en las noticias, no sabemos quién fue. Yo supongo que fue James, él cree que yo lo hice y después de charlar y aclarar las cosas, su rencor hacia mí creció más y ahora no deja de preseguirme y querer hacer mi vida de cuadritos.

–Bueno la verdad, no entiendo la mente masculina pero, ¿Si tu ya le dijiste que no fuiste tú, por qué tanto pleito? –Seguía preguntando.

–Ok, escucha te revelaré algo pero tienes que prometerme que jamás le dirás a alguien.

–Lo prometo– Levanté mi mano derecha.

–James y yo en un tiempo atrás nos encargamos de un tipo.

–Y al decir “nos encargamos” te refieres a... –Cuestioné.

–Rachel, él y yo matamos a un hombre, ¿No lo entiendes?. Ya lo hice una vez, James está casi seguro que yo lo hice con Tyara– Eso era espelusnante, ¿Joseph un asesino?.

–¿!Qué!? –Me levanté velozmente de la cama. –Estás mintiendo, ¿Verdad?.

–¡No, Rachel no lo hago! – Se puso como histérico, no sé porqué pero lo hizo. Pero comenzó a gritarme. –¡Si te digo esto es porque a pesar del tiempo que tenemos de conocernos, te tengo confianza!.

–Joseph, lo siento, no pensé que te fuera a afectar lo que dije– Traté de apasiguarlo.

–Lo siento esque... –Se calmó.

–Está bien, lo entiendo– Le sonreí sentandome en la cama otra vez. –Y gracias por tenerme confianza– Me sonrió.

–Entonces creo que ya sabes todo sobre... James.

–Sí, pero no entiendo por qué estás en un hotel, teniendo casa propia en la ciudad.

–Esos tipos fueron a mi casa a hacerme daño, me vine para acá y me persiguieron. Por culpa suya nadie quiere estar conmigo, por ahora no tengo amigos– Su cara puso un gesto de ...¿Tristeza?.

–¿Y tus padres? – Pobre.

–¡Hey!, tengo veintiuno. Vivo por mi cuenta, así que como te dije, no tengo a nadie.

–Pero ahora me tienes a mí– Puse mis manos por encima de las suyas sonriendo. ¿Yo hice eso?.

–Sí, eso creo– Sonreímos...otra vez. –Gracias– Me abrazó... ¿!ME ABRAZÓ!?

–Oh Joseph– Dije en tono de ternura.

–¿No crees que ya es hora de que me digas Joe? –Nos despegamos de ese abrazo tan especial, tan electrizante que hizo que una chispa extraña recorriera todo mi cuerpo.

No nos habíamos separado del todo, estabamos a escasos centímetros uno del otro, y no sé porqué no podía dejar de ver esos hermosos ojos cafés. Esa mirada cautivadora que me hipnotizó, más bien me idiotizó, ninguno de los dos nos movíamos. De la nada sentí como el se empezaba a acercar cada vez más. Cerré los ojos porque sabía que si estaba soñando almenos así no despertaría de golpe, duraría más.

Estabamos los dos sentados en mi cama, uno justo enfrente del otro, al sentirlo casi tocar mi rostro, me puse más nerviosa que cuando salía en “la escolta de honor” en la escuela primaria.

Sentí ese roce de sus manos en mis mejillas, y como si todo fuera un hermoso sueño, sentí sus labios puestos sobre los míos. Yo no me moví ni un solo milímetro. Era hermoso saber que sus labios presionaban los mios con dulzura y ternura. Mi primer beso.

Quería llorar, quería reírme como una maniaca, estaba felíz. Realmente feliz, contenta a más no poder.

Cuando todo terminó, abrí los ojos lentamente queriendo pensar que nada había sido un sueño, sus manos lentamente se alejaron de mi rostro, y me sonrió. No podía creerlo de verdad estaba que no me la creía, siempre pensaba que eso jamás me iba a pasar a mí, que nunca daría un solo beso.

–Joe... – Al fín le había dicho Joe, no Joseph.

–Cuando dices eso suenta...muy lindo– Me sonrió.

–Joe, tú... –Tartamudeaba –...me besaste– Toqué mis labios con asombro.

–Lo siento, si te molestó, no pasará de nuevo yo... –¿Bromeaba?.

–Está bien Joe, fué lindo–Me sonrojé.

–Me gustas, ¿Lo sabes?, Eres muy bonita y sé que puedo confiar en tí– Oh por Dios, que cosas decía.

Me quedé en shock ante sus palabras.

–Joe, tengo que admitir que tú también me gustas. ¿Y cómo sabes que en casa no me espera un novio? – Espero no haber arruinado el momento con esa pregunta.

–Porque lo sé. Se te nota. No eres de esas chicas que están hablando treinta horas al día por celular, no te la pasas hablando de “el” y no estás obsecionada con regresar, así que simplemente lo sé– Buen punto. – De verdad quiero protegerte, no quiero que algo malo te pase, y menos si es por mi culpa.

–No pasará nada Joe, te lo aseguro.

Entrelazamos nuestras manos, todo parecía sacado de una película de amor.

¿Pero ahora qué?, No somos novios, ni pareja, ni nada de eso ¿Verdad?.

Lo que siguió, no fue nada importante que digamos, y mucho menos comparandolo con tremendo besote que me dió, sigo emocionada.

La pasamos viendo televisión en mi cuarto, el me hacía reir con sus estupideces, la pasamos bien. Primerva vez que me quedo en el cuarto todo el día sin emitir una sola queja.

Ya estaba anocheciendo, y recordé que en cualquier momento llegaría Dylan.

–Joseph, digo Joe–Estabamos recostados. ¡Solo recostados! En mi cama viendo más televisión, y brinqué levemente al acordarme que mi hermano era tan capaz de romper la cerradura de mi cuarto.

–¿Qué? –Preguntó despreocupado.

–Dylan, Joe nos mata, nos va a matar. –Yo y mi “Dylan nos va a matar”

–Correme– Jugó.

–No encerio Joe, vamos te acompaño a tu habitación–Lo jalé de la mano.

–¿Enloqueces?, no dejaré que regreses tu sola, yo puedo irme por mi cuenta– Besó mi mejilla.

Dios esto cada vez era más hermoso para mí.

–Hasta mañana– Me despedí.

–Hasta mañana.

El mejor día de mi vida...hasta ahora.

No pasó ni media cuando mi estómago me recordó que no tenía alimento alguno en mí. La compañía de Joe me hacía perder el sentido del...¿Hambre?.

Salí con precaución a cenar algo, Dylan no aparecía y Joe ya se había ido. Así que me dirigí hasta el comedor del hotel y pedí de cenar. No tenía por qué pagar nada porque mis padres ya se habían encargado de eso.

Ya había terminado y estaba por regresar a mi habitación.

–Tú eres la amiguita de Smith– Escuché que alguien se dirigía hacia mí.

–¿Qué quieres? – Estaba nerviosa.

De pronto ese individuo se paró frente a mí y me jaló hacia a fuera del comedor. Donde nadie pudiera vernos.

–¡Suéltame! –Le grité.

–No dulzura, tienes que escucharme bien, tu te irás conmigo esta noche, y si de verdad le importas a tu noviecito Smith, irá a buscarte– Sínico.

–¿!Wade, qué demonios haces con mi hermana!? –¿Ese era Dylan?. –¡Déjala ir!.

–Dylan, ella es... –Aún no me soltaba.

–Rachel, ¿tú conoces a Joseph Smith? – Preguntó atónito.

–Sí– Le respondí con miedo. –Somos...él y yo somos amigos.

–No puedo creerlo– Me regañaba. –No quiero que vuelvas a verlo de nuevo, ¿Entiendes?.

–No Dylan no entiendo, y ya te lo dije, sé cuidarme sola. No necesito que me digas con quién juntarme y con quién no– Porfín forcejé lo suficiente como para que el tal Wade me soltara.

–Haz caso, véte a dormir– Señaló con el dedo mi habitación a lo lejos. –No sabes la reputación que tiene ese tipo por estos rumbos.

Pero claro que lo sabía, y me reí burlándome de él, insinuando un “Si lo supieras”. Pero le prometí a Joe que no diría nada, así que quedé callada.

Me fuí a mi habitación y bañé, trenzé mi cabello, y por no dejar puse música en my iPod para relajarme aunque sea un rato, y olvidarme de todo. Hasta que me quedé dormida.